Chile quedó fuera del Grupo Mundial el fin de semana pasado y volverá a jugar en la «segunda división» del tenis mundial. Para muchos el ver a Fernando González lesionado en la cancha del court central del Estadio Nacional es el símbolo de que nuestra dupla dorada comienza a vislumbrar su retiro de la alta competencia. El problema es que no se ve nadie, a corto plazo, que llene su lugar.
No se puede negar todo lo que han hecho por el tenis chileno tanto Nicolás Massú como Fernando González. Las medallas obtenidas en Atenas 2004 y Beijing 2008 significaron que sus nombres queden grabados para siempre en la memoria de todos los chilenos, además de demostrarnos que podemos ir por el triunfo en competencias tan exigentes como los Juegos Olímpicos.
En algún momento se pensó que el futuro del tenis chileno sería promisorio, incluso cuando González y Massú se retiraran. Existía una confianza tremenda en lo que podrían hacer chicos como Jorge Aguilar o Guillermo Hormazabal quienes en el 2001 se coronaban campeones mundiales de la categoría Sub-16. Pero algo pasó en el camino. Ni Aguilar ni Hormazabal han tenido la carrera que se esperaba, pero la culpa no es 100% de ellos.
Uno de los factores que podemos encontrar dentro del poco recambio en el tenis chileno es la falta de apoyo monetario que sufren jugadores como los mismos Aguilar y Hormazabal. Debemos sumar que ellos mismos no han demostrado una regularidad importante en el circuito ATP, lo cual los tienen en lugares bajo el 200 del ranking.
Tampoco podemos dejar de lado a los dirigentes del tenis chileno. ¿Cuanto han realizado por sacar adelante el tenis chileno y, sobre todo, a las nuevas generaciones de tenistas?. Desde mi sillón de espectador a través de la televisión, diarios y lo que puede leerse en Internet, he visto al señor Hinzpeter y a quienes forman parte de su mesa directiva más preocupados de cuanta plata van a ganar jugando de locales en la Copa Davis, de pelear por los medios con Fernando González (más aún cuando este decidió no participar en el equipo de Copa Davis hace un tiempo). En su momento tuvieron la opción de llevar a cabo el plan integral presentado por Horacio de La Peña para educar y capacitar entrenadores que tendrían la tarea de viajar por todo el territorio chileno buscando jóvenes promesas para llevarlas a la realidad. Los dirigentes de la época no lo llevaron a la realidad por «falta de recursos».
La empresa privada y el Estado tampoco fueron capaces de apoyar iniciativas como estas ni de entregar un respaldo económico a los tenistas que tenian el talento, pero no disponian del dinero para poder viajar a los diferentes torneos ATP, además de tener no solo entrenadores de primer nivel, sino que también un staff técnico completo que permitiera un adecuado desarrollo tanto personal como tenístico de nuestros jóvenes jugadores.
El carecer de un trabajo a largo plazo por parte de todos los entes involucrados en el tenis chileno, además del Estado y la empresa privada, nos ha llevado a este momento de incertidumbre. Por ahora solo nos queda disfrutar de los que pueden ser los últimos años de Massú y González en las canchas, porque en el tenis masculino, por ahora, no se ve quien los pueda reemplazar.
Escrito por: Daniel Arellano