Este domingo, el Gobierno de Sebastián Piñera relanzó la iniciativa gubernamental Elige Vivir Sano, la cual «tiene como propósito promover hábitos y estilos de vida saludables para mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas», según da a conocer en su sitio web. Sin embargo, esta iniciativa, que comenzó en el primer periodo del actual Presidente (2010-2014), no ha estado exento de críticas, las cuales vuelven a reflotar en esta oportunidad.
Una de las primera críticas sobre este programa viene dado por su nombre, el cual da a entender que las personas debemos «elegir» si queremos alimentarnos de buena manera y tener hábitos de vida saludables. Ya en el año 2013, el medio digital Ciper publicaba un texto en el que criticaba esta visión, en la cual la salud solo depende de las elecciones de una persona, olvidándose completamente de su contexto social y económico. De esta manera, iniciativas como «Elige Vivir Sano» tienen un efecto muy limitado, que no ataca los problemas de base.
«Aun cuando la libertad constituye uno de los derechos básicos a los cuales todos los seres humanos deberían tener acceso, es un error ignorar que la libertad de elección sólo existe cuando las alternativas son reales y factibles. De hecho, la adopción de un modo de vida saludable (alimentación equilibrada, ejercicio físico, abstinencia de tabaquismo, etc.) está asociada a condiciones socioeconómicas y educacionales que no se resuelven con la mera promoción de responsabilidades individuales. Por ello, la garantía de una alimentación sana es una cuestión de salud pública que reside en la disponibilidad y el costo de alimentos sanos y nutritivos, lo cual produce efectos más importantes sobre los hábitos alimenticios que cualquier esfuerzo de educación para la salud. Es una agresión simbólica promover una campaña que aconseja comer 5 porciones de frutas y verduras al día cuando el valor de dichos alimentos representa un porcentaje no menor de una persona que recibe un sueldo mínimo», es una de las críticas que este programa generaba en el año 2013.
Por ende, ¿Podemos todos elegir vivir sano?. La respuesta inmediata es que no. Que solo un sector de la población tiene la capacidad de elegir esta opción, mientras que el resto debe tratar, dentro de sus limitadas opciones, de generar hábitos de vida saludable. Es en esta diferencia donde estos programas fallan de manera tan rotunda, porque no entienden la complejidad del problema de la obesidad y del sedentarismo.
¿Tenemos todos la capacidad de hacer ejercicio y llevar una vida más sana? Nuevamente la respuesta es no. Piensen, por ejemplo, en alguien que se levanta a las 6 de la mañana, tiene que viajar por más de 1 hora a su trabajo, trabaja hasta tarde y luego debe volver a subirse a la locomoción colectiva por más de 1 hora para volver a su hogar. ¿El sistema le permite a esta persona poder hacer deporte o algún tipo de actividad física?. La respuesta está más que clara.
Otra gran falla del programa «Elige Vivir Sano» es que no toma en cuenta que la desigualdad existente en el país también se muestra en las temáticas de salud y hábitos de vida saludable, obviando completamente las temáticas relacionadas a la gran diferencia entre pobres y ricos que existe hoy en nuestro país.
Tomemos los datos de la Encuesta Nacional de Hábitos de Actividad Física y Deportes del año 2015. En este informe se observa claramente como las diferencias sociales marcan la realización de la actividad física. Si bien el porcentaje de personas que realiza actividad física había aumentado, en todos los estratos, entre 2012 y 2015, aún teníamos diferencias importantes. Por ejemplo, un 46,7% del nivel socioneconómico ABC1 realizaba actividad física, contra un 16,8% del nivel E. Estas diferencias se notaban, incluso, al analizar diferentes tipos de deportes. Por ejemplo, un 38% del nivel ABC1 hacía running contra un 1% del nivel E, mientras que deportes como el fútbol o el baile entretenido eran más practicados en los niveles C2 y C3 que en el ABC1 o E.
Pero las críticas a Elige Vivir Sano no se quedan solo en su enfoque. Desde el comienzo del programa se gestaron bastantes dudas sobre las donaciones realizadas por diversas empresas a este proyecto. Una información del diario electrónico El Mostrador, de julio del 2012, indica que desde marzo de 2011 hasta junio de 2012, el programa liderado por Cecilia Morel recibía dos mil setecientos millones de pesos bajo el concepto de donaciones, recibiendo más recursos que el Hogar de Cristo y Un Techo Para Chile. La mayoría de los benefactores de este programa fueron empresas e instituciones cuyos dueños son algunas de las más grandes fortunas de Chile, quienes entregaron aportes entre los 200 a 400 millones de pesos.
¿Por qué tanto interés de las empresas en el programa «Elige Vivir Sano»? No es que les interesara la salud de los chilenos sino que buscaban jugosos beneficios tributarios. Según la información de El Mostrador, las empresas alcanzaban un 60% de beneficios tributarios, ya que la mitad la rebajan como crédito y la otra mitad como gasto. En el primer caso, las empresas recuperan el total del dinero, mientras que la otra mitad la incluyen en el cobro de los impuestos.
El resultado de esto lo vimos entre 2011 y los primeros meses de 2014: Una serie de cicletadas y corridas, con amplio despliegue publicitario y mucho marketing, pero nada más. ¿Se apuntó con estas actividades a atacar el problema de base que genera los altos indices de sedentarismo y obesidad en el país? Lamentablemente no, ya que los índices de obesidad y sedentarismo en el país no tuvieron grandes bajas gracias a este programa. Si volvemos a tomar los datos de la encuesta Nacional de Hábitos de Actividad Física y Deportes del año 2015, el porcentaje de sedentarismo en Chile cayó apenas 2.6 puntos entre 2012 y 2015 (con «Elige Vivir Sano» en actividad por un poco más de 2 años), mientras que la caída en este item, entre las mediciones de 2009 y 2012 (tocando apenas 1 año de «Elige Vivir Sano»), fue de 3.7 puntos. Además, la cantidad de gente que realizaba actividad física, creció apenas un 2.4% entre 2012 y 2015. Estos datos demuestran que el impacto de este programa fue, por decir lo menos, bastante nulo.
Es de esperar que este relanzamiento del programa «Elige Vivir Sano» sea de verdad el comienzo de una política enfocada en un ataque real a las causas de la obesidad y sedentarismo en nuestro país. Sería una verdadera burla que, en unos pocos años más, volvamos a leer que este programa genera dudas en cuanto a los aportes que recibe de las empresas, que se generen querellas por fraude al Fisco y que los índices de sedentarismo y obesidad en Chile no tengan mayores cambios con lo visto en los últimos años.
Escrito por Daniel Arellano
Foto: Programa Elige Vivir Sano